domingo, 26 de enero de 2014

Podríamos.

Podríamos querernos en broma, esperando que se asome un poco la verdad.

Podríamos ser el polvo que hay en el desierto, infinitos digo.

Podríamos dejar de ser tú y yo, y no para ser un nosotros, sino para ser un todo.

Podríamos hacer locuras, como hacer el amor por ejemplo, con tus padres en la habitación de al lado, ahogando todos los gemidos, esperando que no sea tan difícil como todos los te quiero que tuve que ahogar en el silencio, para no quedarme afónico.

Que podríamos matarnos lentamente, con miradas dulces y besos suaves. O podríamos hacerlo rápido con arañazos por la espalda y besos por el pecho.

Podríamos, pero no quieres. (o quizás es que no has llegado todavía, como mi valor, el que necesito para decirte todo lo que te he escrito, todo lo que he callado en mil folios, con tu nombre tachado, entre gotas de café e insomnio).

Podríamos recorrer el centro de Barcelona, a oscuras, sorprendiendo a antiguas calles, que habrán visto historias bonitas, pero ninguna como la nuestra.

Que podríamos salir de fiesta hasta las tantas, bebernos hasta las bocas, y volver más contentos por tenernos que por todas las copas.
Que los viajes a solas en el metro están bien, pero con música de fondo sientan mejor, ¿y qué mejor música que tu sonrisa?

No quiero regalos caros, quiero regalos con valor, como tu tiempo, tus años, tu vida. La quiero toda, a mi lado.

Que quizás no te puedo dar los versos más bonitos, ni los más buenos, te lo aseguro, pero te puedo dar los besos más sinceros que hayan salido de cualquier pecho.

Y ya sabes que el verbo poder, siempre me pudo. Quizás era mi punto débil. Como tú.

martes, 21 de enero de 2014

Mi tiempo.

Tempus fugit
El tiempo huye, el tiempo se escapa, el tiempo vuela”

El tiempo corre
y tú con tu manía de volar,
y de hacerlo siempre en contra,
en contra de las agujas de mi reloj.

El tiempo se nos va, y no somos conscientes
de que a cada susurro que pasa,
a cada instancia, con cada segundo,
perdemos un beso, un recuerdo,
un momento que podríamos haber pasado
juntos.

¿y qué hago hablando de tiempo?
Si he descubierto que
el tiempo no es oro,
que el tiempo eres tú.
Cuando quieres lo detienes
y cuando quieres, lo haces eterno.

Cuando me besas es
como el frenado de emergencia de un tren,
el tiempo para de golpe y todo el vagón se balancea,
como todas las sensaciones que me haces sentir,
como quien dice vagón, dice corazón.

Cuando separas tus labios de los míos,
y ya estoy pensando,
en las eternidades que tardarás,
en volver a juntar tus labios con los míos,
como si hablas de segundos,
se me harán décadas.

Quiero que nos corramos sobre el tempus fugit,
que tenga miedo de haber encontrado
a alguien
que pueda decidir cuando para el tiempo
o cuando lo hace eterno.

lunes, 20 de enero de 2014

Uno de esos días.

Supongo que hoy es uno de esos días, que más bien noches, en las que me arrancaría el corazón de cuajo y lo dejaría sobre el papel, dejando que bombee sangre en forma de tinta, escribiendo lo que siento por mí.

No sé a dónde me llevarán estas palabras, pero por una vez tengo claro que a ti no, esta vez la culpa no es tuya, y bueno, como casi siempre, la culpa es mía.

Y llamadme pesado, sí, pero es que no sé, no sé nada, estoy confuso. Me siento algo extraño, y extraño es que diga que me siento, cuando ni yo sé cómo me siento ¿un martillazo en el pecho? ¿un disparo atinando en el corazón? quizás mi propia cabeza. El motivo tampoco lo sé, pero algo me aturde, como si me hubiese explotado la válvula de la felicidad y me hubiese salpicado tristeza en todo el cuerpo. 

Adiós. 
¿Adiós? Sí, adiós, las ganas de todo se despiden, y no sé a dónde van, pero me han dejado solo, otra vez, últimamente es costumbre, que quizás mi vida no es la mayor mierda del mundo, igual que no duele un moratón, pero cuando ya van veinte te empieza a joder, y así con todo, cada problema se suma y poco a poco me quitan las ganas. Que cada vez me salen menos cosas bien, y siento que todo se viene abajo, que no puedo con nada, que las fuerzas, junto las ganas, se han despedido, y sí, otra vez.

Quizás llega el momento de la tortura, sí, el típico momento que tenemos todos, ese pequeño momento de depresión barra tristeza en el que todos nos ponemos música triste, más que nosotros si cabe aún. Y no es que ayude mucho, creo que a nadie le sirve, pero todos lo hacemos.

Y mi cabeza sigue en pleno desierto mental, no hay nada, ni siento, apenas pienso y no sé ni cómo muevo los dedos para escribir. Pero me siento como una mierda, y otra vez, sigo sin saber por qué. 

¡Y ZAS! pasa por tu cabeza "joder, que bien me vendría un abrazo ahora, no pido más" y ya la has cagado, a parte de como una mierda ahora te sientes solo, sin ganas y sin fuerzas. Y sobretodo, sin abrazo.

Al fin y al cabo, te acostumbras a estar solo, y no hablo a estar sin gente, sino a tenerte a ti mismo y valerte con eso. Que no me sirven los me tienes aquí, ni las conversaciones de consuelo, todo irá mejor o verás que es una racha. Me enervan más. 

y que a nadie le importará lo que pasa por mi cabeza, o más bien lo que no pasa, pero si no lo escribo reviento.












sábado, 11 de enero de 2014

Soy.

Soy más de comas que de puntos a parte, porque siempre acaban convirtiéndose en puntos finales.

Soy de los que cuando dan un beso no pueden aguantar, y se les escapa una sonrisa al final, como a un tonto enamorado.

De los que se levantan un sábado por la mañana de resaca y lo primero que hace es sacar una pierna de la cama, estirar el brazo y coger el móvil, por si me has escrito, o por si ayer te escribí yendo 'feliz'.

Soy de los que echan de menos en silencio, de los que gritaría que vuelvas hasta quedarse afónico pero no lo hace por si decides no volver.

Siempre fui de los que prefieren arreglar el pantalón antes que comprar otro. Y quien dice arreglar el pantalón dice hacer lo que sea para que no te vayas, que no quiero a otra persona, quiero que te quedes.

De los que cuando le hacen una herida el alcohol se lo bebe para abrir más la herida, en vez de cerrarla, para verte doble o recordarte diez veces más.

Soy más de té que de café, soy más de ti que de té, y cada cual me altera más.

De los que cuando le dices un cumplido no se los cree, tozudo, que nadie cambia lo que piense, mi opinión va por encima de todas, y más si se trata sobre algo mío.

De los que no puede evitar escribir cuando está triste, y si no escribo cuando estoy feliz es porque estoy contigo.

Siempre eché dos cucharadas de azúcar más, y aun así no endulzo.

De los que cuenta los granos de arena del reloj, ansiando tu regreso.

De los que no pueden evitar sentir mierdas en el pecho cuando me miras, de esas que pocas personas me causan.

Soy más de guardarme el odio para mí, y hacerte el amor a ti.

De los que no compra bombones pero te regala cosas que no tienen precio.

Como también soy más de quererte a medias, por si te las rompo, o por si te vas y decides volver, quedarme solo medio roto.

Soy más de perder trenes y cagarla que otra cosa.

De los que cuando escribe lleva la mano a pulso con el corazón.

De los que se pasaría la noche besándote las imperfecciones, y las mañanas haciéndote el amor, con dos cucharadas de azúcar de más, como a mí me gusta.

Siempre he sido más de dar que de recibir. (aunque reciba más desilusiones y palos que nada).

De los que desconfían rápido y tardan en confiar, por experiencia.

De los que se preocupan más de los demás que por sí mismo.

Soy de los que te quiere cuando no bebe y te odia cuando va borracho.

Soy de los que cuando quiere lo hace a matar, y no a lo tonto, porque sino es palabra 
perdería significado.

De los que se les cae el mundo por dentro cuando su madre llora.

De los que se le escapan las lagrimas cuando piensa en su abuelo, como ahora.

Soy de los que se deja la vida por ayudar a los demás y prefiere tragarse solo sus problemas.


De los que apuesta todo y pierde, pero aun así no se hunde.

Soy como soy, ni pretendo gustar, ni agradar, tan solo ser yo. Con mis defectos y todas esas cosas.

Con mi manía de morder, no puedo estar sin nada en la boca, y me tengo que conformar con tapones bolígrafos, mis manos y hasta mis labios, y que ojalá tuyos, no míos.

Soy el de los nervios antes de verte, medio temblando mientras pienso en el abrazo que te voy a dar.

De los que demuestra más amor picando a la gente que diciéndoles cosas bonitas.


Realmente no sé como soy de verdad, pero cada día me voy conociendo un poco más, soy un extraño conocido para mí, cada día que pasa descubro algo más sobre mí, y espero que así para toda la vida.