martes, 31 de diciembre de 2013

Mi estación favorita.


He perdido tantos trenes que pienso coger el primero que descarrile en tu cama, 
que tengamos el accidente más bonito de toda la estación,
meternos la hostia a 200, por tus sabanas, sin frenos y a lo loco.
Que nos la peguemos tan fuerte
que acabemos teniendo la despedida más bonita de todo el andén,
y a pesar de haber descarrilado, haberlo hecho juntos.


Quiero recordarte en cada estación que pise,
aun que tan solo recuerde el tren alejándose de ti
y tú corriéndote hacia mí.


No sé cómo decirte, 
que fuiste el mejor accidente que he tenido
y que de vez en cuando, te echo de menos,
nos echo de menos, y sí, más que de vez en cuando.


Y que sepas, que después de cada despedida
en mi andén sigue lloviendo.
Que todos mis relojes se han roto
porque no saben calcular las eternidades
que tengo que esperar para verte.


Entiende, que cuando te escribo
es como si volviese a recorrer las vías
de aquél tren que una vez descarriló
y por ellas sigo todos nuestros recuerdos
todos nuestros besos, nuestros, que bien suena.


Que ya no tengo ganas de descarrilar en otras camas,
que te hiciste mi única dirección, y que ahora
todos los andenes llevan tu nombre.


Que hay veintiocho letras en el abecedario
pero que tú no eres mi plan A, y menos el Z
que junto a ti tengo tantos planes 
que me faltan vidas para cumplirlos
que me sobran las palabras para decirte lo que siento
y que me falta el aire para hacerlo mientras me miras.


Que quiero que seas mi rincón favorito, 
y no hablo de ciudades, quiero que seas mi rincón favorito
pero de mí. Mi rincón en el que perderme,
sin la prisa de tener que regresar.


Que no me importaría pegarme mil hostias junto a ti,
si sé que seguiré descarrilando en tu cama,
y que lo arreglaremos con besos por la espalda
y cosquillas por la mañana.






domingo, 22 de diciembre de 2013

Siento.

El momento en el que miras directamente a sus ojos y te das cuenta de que no puedes hacer nada, de que no hay marcha atrás, de que te has enamorado. Que empiezas a sentir cosas por esa persona que nadie te había hecho sentir. 

El momento en el que ves que sus ojos brillan y que quizás no son azules ni verdes, pero cuando te mira te parecen los ojos más bonitos del mundo. Que cuando ríe hay algo que te recorre por dentro, escalofríos, esa risa que te encanta, que te hace sentir bien, como estar en casa, pues así me siento cuando ella ríe.

Cuando baja la mirada y parece que todo está en calma me transmite tranquilidad, me siento bien, como cuando estás arropado por el calor de una taza de té, y le das un pequeño sorbo y quema un poco, pero te gusta, y el vaho te recorre la cara, ese momento de tranquilidad es como cuando te observo y estás callada, mirando a la nada.

Quizás esto va a doler más de lo que creo, lo sé, pero sé que valdrá la pena tan solo por la forma en que me miras, me siento seguro, a veces no necesitas palabras para hacerme sentir bien, me miras, y algo en mí se siente bien, feliz, a gusto, cómodo. Me haces sentir, y eso es algo único.

Y sí, digo que me haces sentir, porque me haces sentir muchas cosas, con un beso me haces sentir frío, pero un frío ligero, como cuando te despiertas y la ventana está abierta y corre el aire, esa sensación me recorre cuando me besas, eres mi ventana abierta, mi vía de escape, quien me salva de odiarlo todo, de odiarme a mí. 

Pero no es solamente eso. Cuando no me besas hay algo en mí que desaparece, o más bien que aparece, aparece esa sensación de vacío, esas ganas de que mis labios sean acariciados por los tuyos, las ganas de todo también se van, menos de agarrarte por la cintura y volver a acercar mis labios junto a ti.

Y espero no tener que llegar a depender de ti para poder sonreír, pero sonreír de verdad, sin fingir que todo va bien cuando estoy hecho mierda.

Y supongo que decir gracias a alguien que te hace sentir cosas tan profundas siempre se quedará corto. Porque ya te he dicho que cuando estoy contigo me siento como en casa, tú eres mi hogar, mi refugio.

Gracias por hacerme sentir.

domingo, 8 de diciembre de 2013

Las pequeñas cosas de la vida.

Hay espaldas que están hechas para ser besadas, dejando caer los labios desde la nuca, deslizándose por la columna vertebral, siguiendo la melodía de cada beso, hasta haberla recorrido entera.
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Como hay libros que están hechos para adentrarse en ellos y perderse, en mundos paralelos llenos de fantasía, o de historias de amor, sin príncipes ni princesas, con jóvenes cargados de orgullo, y miedo a amar, a amar de más y hacerse daño.. 
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Como hay olores que fueron creados para meterse en tu cabeza y no salir de ella, como la mezcla de su perfume después de rozar su piel, un olor único e inconfundible y más si se te queda gravado al despertar entre tus sabanas junto a él.
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Igual que hay canciones que son para cerrar los ojos y tirarse en la cama; sentirlas y desconectar de todo gracias a ellas. Esas canciones que consiguen transmitirte sensaciones que pocas cosas pueden lograr.
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Te diría que hay despedidas que están hechas para ser tristes, pero al fin y al cabo, ninguna despedida es triste, aun que lo que más desprenden es dolor e impotencia, de no saber cuando podrás volver a oír su risa, o a oler su pelo, a morder sus labios, agarrar su cintura...y después de decir un adiós, eterna la espera para volver a ver como se acerca a ti, para abalanzarse a tus brazos. Las despedidas son bonitas, aun que la última imagen que tengamos de esa persona sea marchándose, nada es eterno y hay que disfrutar de las cosas mientras duren.
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Como hay comidas que saben a gloria, pero que aun así no te llegan a hacer sentir lo que sientes al probar sus labios por primera vez, ese momento en el que estás temblando de los nervios, y con un ligero primer beso descubres que esos labios son los que estabas buscando.
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Como los domingos, que si no están hechos para despertarse cuando te apetezca y quedarte retorciéndote entre las sabanas, soltando pequeños bostezos y gruñidos no son domingos.
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O de los momentos necesarios de soledad, en los que solo quieres estar sin nadie, porque lo necesitas y ya, y nadie te molesta. Disfrutar de la soledad, a veces, es un gran placer.
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Y hay sonrisas que te arrancan por sorpresa, que están hechas para hacernos felices. Porque pocas cosas más bonitas hay que alguien que te saque una sonrisa sin que te lo esperes.
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Pocas cosas hay, como abrazar a tu madre durante mucho rato, y decirle que la quieres, que es lo mejor que tienes, y ver la sonrisa que se le queda, la lagrima que le cae, la emoción en su rostro. Pocas cosas más bonitas hay.
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Y hay veces, que nosotros somos los que hacen que una cosa sea bonita, no todos sabemos sacar el lado bueno de las mismas cosas, por eso cada persona tiene sus manías y sus pequeños gestos que le hacen el día a día más ligero y ameno. Los pequeños detalles que evitan que muchos días sean una auténtica mierda de verdad.
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Hay cosas que están hechas para ser disfrutadas, y cada cosa tiene su momento, sin esos pequeños detalles seguramente estaríamos más amargados de lo que estamos, o seríamos menos felices. Así que cada uno busque sus pequeños momentos y los disfrute, que la vida no se hizo para lamentarse por lo que no tenemos, sino para luchar por lo que queremos.
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Tenemos un mundo entero a nuestra disposición ¿y de verdad nos vamos a quedar siempre con las cosas malas? Hay que aprender a valorar los pequeños detalles que pueden hacernos felices.Y cuando creas que no hay, ya aparecerá alguien que te haga ver todo lo contrario, porque aun que no creamos, todos tenemos a alguien que nos ayuda con algún pequeño momento, todos podemos ser felices, pero solo si queremos.